Y sólo el recuerdo de lo añorado, de lo querido, de lo que verdaderamente valoramos cuando no lo tenemos, me martillea el corazón cuando inexorablemente el 24 de mayo aparece en el calendario. El santoral me dice María Auxiliadora y el corazón, Lorenzo…
No hay día que no me acuerde de ti y como yo, muchísima gente, ¡pero muchísima! No te imaginas lo que te queríamos todos y el tremendo hueco que dejaste en nuestras vidas.
Sólo de pensarlo me sale esa sonrisa que nadie más sabía provocar con tus cosas, ¿o no Lorenzo? Cómo vas a estar en feria, o ese niño chico que se hizo sus cositas en el metro y tu comentario a la madre… Tantas y tantas cosas.
¡Cómo se lo tienen que estar pasando en el Cielo contigo, Lorenzo! Y qué pronto decidió Dios que hacía falta tu presencia a su lado, al ladito del Cristo de la Salud de tu San Bernardo nativo o sujetando la cruz del que por tres veces cae en Triana.
¡Qué vacío más grande has dejado! Y como si te estuviese viendo tú me dirías: “quillo, que yo no me quería ir”. Por supuesto, ni nadie que tú te marcharas pero como ya he dicho, cuánta falta harías en el cielo para que te arrancase de todos los que te queremos.
¡Siempre en el corazón de tu Banda del Stmo. Cristo de las Tres Caídas!
“El mar nunca olvida a los suyos…”.